Con un sector automotriz muy débil, la balanza comercial de México terminó enero con una contracción generalizada: -$6,286.3 millones de dólares, cuando el anterior fue de
-$590.3 millones de dólares. El periodo, nos dicen analistas de Banorte, es típicamente negativo ante exportaciones manufactureras relativamente bajas. En general, los datos apuntan a una desaceleración, reforzando las señales de un ritmo más modesto de la economía.
Ajustadas por estacionalidad, las exportaciones cayeron por segundo mes consecutivo (-5.3%). Las petroleras se situaron en -0.8%, mientras que las no petroleras se contrajeron 5.5%. Destacamos la caída de 5.7% en manufacturas, especialmente las automotrices (-9.9%). Las importaciones también se contrajeron (-3.4%). Las petroleras bajaron 3.0% a pesar de precios más altos. Las no petroleras fueron un lastre (-3.5%), con cierta resiliencia del consumo, pero una fuerte caída de bienes intermedios (-4.3%)
Los cuellos de botella en las cadenas de suministro probablemente se exacerbaron en el periodo debido a los problemas causados por Ómicron. A pesar de una probable mejoría en febrero, este problema –así como el incremento en precios– mantiene algunos riesgos para el comercio y la actividad real, al menos para el primer trimestre del año.
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