ACAPULCO, Gro.- Un viento helado recorre las sesiones de los banqueros, y no es el aire acondicionado de los salones del majestuoso hotel en donde se realiza la 80 Convención Nacional de la Asociación de Banqueros de México; no, ese aire gélido es el temor de que en este 2017 continúe, como en el final del año, la caída de la demanda de créditos. En efecto, en diciembre pasado la demanda de créditos empezó a desacelerarse, en forma leve, pero significativa, sobre todo que es el mes cuando los empresarios amarran créditos para echar a andar sus empresas al año siguiente.
Por supuesto, la desaceleración viene desde antes. En 2016, la cartera total aumentó 12.9 por ciento contra 14.6 por ciento en 2015, y en opinión de Fitch el crecimiento de préstamos podría bajar a un rango de 6 por ciento a 8 por ciento en 2017, en especial por un incremento menor previsto del producto interno bruto y del consumo, incertidumbre en el comercio entre México y Estados Unidos, decisiones de inversión demoradas y normas de suscripción más estrictas de los bancos.
Por supuesto, los banqueros esperan que al menos los préstamos al consumo, en su mayoría personales y de nómina, continúen imprimiendo dinamismo a la economía. No obstante, no pueden ignorar que la calidad de los activos muestra un deterioro del 5 por ciento, cercano al nivel antes de la crisis de 2008–2009. Tampoco se puede soslayar una ralentización material de la economía, junto con las presiones inflacionarias, así como un esperado entorno mundial más volátil y complicado; situaciones que podrían presionar las métricas de calidad de los activos, principalmente los créditos para pequeñas y medianas empresas y al consumo, así como la obligación de generar mayores reservas
crediticias.
Aunque la rentabilidad del sistema bancario seha beneficiado del alza de 325 puntos base del Banco de México en tasas de interés desde diciembre de 2015, las nuevas circunstancias y las perspectivas de una mayor deterioro comercial y financiero con el vecino del norte, podrían poner en riesgo los bancos más vulnerables, es decir, los bancos más pequeños que dependen del fondeo de mayorista. La volatilidad en ingresos por intermediación de valores, el crecimiento menor de la cartera crediticia y las provisiones mayores para cartera de préstamos podrían ser un riesgo para las utilidades de los bancos si la economía se desacelerara. ¡Bájenle al clima!, gritó un banquero.
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