El virtual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, podría iniciar su gestión favorablemente si mantiene a su favor tres aspectos fundamentales: una política comercial, hoy favorecedora con las nuevas señales desde Washington, D.C., sobre nuevo TLCAN; la validación de los contratos de exploración y producción en el sector energético, por supuesto desechando la construcción de las nuevas refinería; y una política fiscal que permita lograr un aumento significativo en el gasto social y de infraestructura sin nuevos impuestos ni deuda, para lo cual requeriría una importante reestructuración del gasto público.
Al respecto, habría que considerar que los ahorros que ha delineado el equipo de transición de AMLO, significan un máximo de 2.2% del gasto total. Por supuesto, esto requeriría un despliegue muy gradual de programas sociales emblemáticos. Por lo tanto, concluyen los analistas de Citibanamex, optamos por proyectar un superávit primario muy modesto el próximo año. “Nuestra principal preocupación radica en los esfuerzos por racionalizar la nómina del sector público: un enfoque de arriba hacia abajo podría convertir un proceso disruptivo muy necesario en una exageración, lo que provocaría una desaceleración innecesaria en la actividad del gobierno”. Por lo pronto, el gobierno actual del presidente Enrique Peña Nieto deja al país con un incremento en Indice Nacional de Precios al Consumidor muy por encima de lo proyectado.
Será de apenas el 2.2% del gasto total
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