Ciertamente estas buenas noticias sobre el inicio del proceso de inmunización de la población contra la pandemia están sirviendo para calmar a los inversionistas y para contrarrestar las dudas y los temores. En materia de inversiones, desde el mes de marzo del año pasado, todo se vino abajo. Solo en el caso de los metales preciosos, con el oro a la cabeza, se ha registrado un crecimiento sostenido de su valor, con lo que, una vez más, el oro ha demostrado que cumple a la perfección su tarea de actuar como valor refugio en tiempos convulsos como estos. Por su parte, los commodities vinculados a la actividad económica sufrieron desplomes históricos. En el caso particular del petróleo, la OPEP y sus aliados reaccionaron al hundimiento en el precio del crudo con recortes en la capacidad de bombeo para ajustar la oferta a la demanda en un momento en el que la paralización de la actividad derivó en problemas de almacenamiento del crudo, llevando a la referencia WTI en el mercado de futuros a cotizar en negativo por primera vez en la historia.
Para tratar de paliar los efectos y combatir el shock económico, desde marzo pasado, los principales bancos centrales y gobiernos del mundo han implementado programas de ayudas monetarias y fiscales de una intensidad y tamaño sin precedentes. La batería de estímulos desplegada incluyó rebaja de tasas de interés, inyecciones de liquidez a la banca, compra de deuda, apoyos monetarios directos a ciudadanos y sectores más afectados. Pero lo que más ha ayudado a restablecer los mercados financieros es el avance en la vacunación.
Analistas ven una luz al final del túnel, que se antoja largo y complicado
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