Analistas de la institución bancaria nos dicen: “esperamos una disminución de 1.1% en las manufacturas, arrastradas por la producción de vehículos –tanto ligeros como pesados– y a pesar de un mayor dinamismo en las exportaciones del sector. La minería extendería su caída en -0.3%, de nueva cuenta con un lastre por la menor producción petrolera. Por el contrario, la construcción rebotaría 0.8%, reconociendo mejorías en los niveles de empleo y los indicadores de sentimiento del sector. En el agregado, este resultado sería consistente con nuestra visión de un panorama más retador y de crecimiento más modesto para la segunda mitad del año”.
En efecto, la recuperación de las manufacturas ha sido heterogénea, sugiriendo cierto margen de mejoría para algunos sectores. Tras los choques de la pandemia, la recuperación de las distintas ramas del sector manufacturero ha sido mixta. Esto incluye el momento de su recuperación y el nivel alcanzado en los últimos meses. Esto fue clave para explicar la fuerte expansión del PIB en 2022 y 2023, con un buen dinamismo y recuperación a pesar de que prevalecieron retos esos años, principalmente las afectaciones a las cadenas de suministro. Estas categorías también se beneficiaron de un mayor consumo relativo de bienes vs. servicios por el confinamiento. El efecto de la pandemia también se observa en transporte, con un mayor repunte hasta 2023.
Por su parte, otros con una mayor exposición al mercado local –como la ropa, industria alimentaria y la maderera– muestran cierto rezago. Esto podría atribuirse a otros factores, incluyendo cambios en los patrones de consumo y la fortaleza del tipo de cambio, lo que pudo haber impulsado una mayor sustitución por bienes importados. A pesar de lo anterior, algunos todavía podrían crecer, con lo cual cerrarían la brecha un poco más. Sin embargo, el contexto más retador para el crecimiento local y global, así como la preferencia por servicios sobre bienes (como sugieren los indicadores PMI en México y EU), podría dificultar esto. Otro punto para considerar es el efecto que podría tener el nearshoring en la reconfiguración de varios rubros.
No obstante, nos dicen los analistas de Banorte, abundan vientos en contra en el corto plazo, aunque pensamos que el panorama de mediano plazo probablemente es mejor. Como lo hemos mencionado previamente, el sector industrial en EU se ha desacelerado este año. Inclusive, Banxico lo ha identificado como una de las principales razones detrás de su revisión a la baja al PIB de este año. Parte de ello podría estar relacionado con la fortaleza del dólar (y también del MXN). Creemos que otro factor de incertidumbre es la elección en EU y sus posibles consecuencias para el sector. En nuestra opinión, un claro ejemplo es lo comentado por Elon Musk sobre la planta de Tesla en Nuevo León, señalando que “…tenemos que ver lo que pasa con la elección. Trump ha dicho que pondrá aranceles a los vehículos producidos en México. Así que no tiene sentido invertir mucho en México si eso va a pasar…”. Sin embargo, destacamos también a otras empresas que han mostrado mayor convicción sobre el país. Entre ellas, BYD y Volvo reafirmaron hace unos días sus intenciones de continuar sus inversiones y operaciones. En este sentido, creemos que la derrama del nearshoring podría empezar a materializarse con mayor claridad en 2025 en algunas industrias, particularmente en aquellas donde las plantas son relativamente más fáciles de construir y equipar. No obstante, el grueso de esto probablemente se verá a partir de 2026 y en años subsecuentes. Regresando al corto plazo, también estaremos muy pendientes a los efectos del próximo relajamiento monetario en EU y en México, aunque esto probablemente comenzaría a resultar en un mayor impulso a la actividad al menos hasta la segunda mitad del 2025.
La economía mexicana empezará el sexenio con retrocesos en manufacturas y minería: BANORTE.
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