Ya había señalado en este espacio que los bancos mexicanos estarían directamente expuestos si el cambio de poder en Estados Unidos golpea el comercio y el crecimiento regional. Por supuesto, no todo es negro. En el horizonte de estos negocios hay también claro-obscuros, como bien lo señala INTERCAM. Hay que partir de que la tasa de interés de referencia es el costo que un banco central les cobra a los bancos del país por prestarles dinero y ellos a su vez lo usan como base para lo que cobran a sus clientes por el financiamiento. De manera positiva e inmediata, los nuevos créditos que colocan, así como los créditos existentes a tasas variables, que son generalmente enfocados a empresas, se ajustan a los aumentos, generando mayores ingresos por intereses para los
bancos.
También debemos considerar que a los bancos les cuesta fondearse para poder otorgar esos créditos. Para los mayores grupos financieros en México, en términos de colocación de crédito y costo de fondeo, no observamos los efectos de manera inmediata. Estos se incrementan, pero no a la misma velocidad y magnitud, porque una parte importante son depósitos estables que no devengan intereses o pagan tasas bajas. Y por supuesto hay que considerar -en relación a los efectos del aumento en la tasa de referencia en las instituciones financieras-, que por un mayor costo, eventualmente la demanda del crédito se puede ver afectada, pero este depende; si lo van haciendo poco a poco con incrementos marginales en un ciclo gradual de alza, o si van a ser más agresivos. Asimismo, en el caso del mercado mexicano, la demanda se ve menos afectada ante el encarecimiento del crédito por la falta de penetración hay en el país.
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