La joya de la corona (Petróleos Mexicanos) sigue sin poder recuperar su brillo y su valor. Ayer, Moody’s bajó las calificaciones de Pemex a B3, esto es, una perspectiva negativa que refleja las necesidades de aumentar la liquidez de PEMEX debido a mayores requerimientos de capital, un mayor costo de capital y a los elevados vencimientos de deuda que enfrentará en los siguientes 2 a 3 años. Adicionalmente -dice-, la compañía enfrentará mayores riesgos de negocio al continuar ampliando su capacidad de refinación y al tratar de incrementar su producción. La acción también toma en cuenta que la falta de medidas de Pemex para reducir su exposición a riesgos ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG, por sus siglas en inglés), ha conllevado a algunos bancos a limitar su exposición a la compañía.
Pero eso ya se sabía. Lo que realmente preocupa es que Moody´s vea la posibilidad de que el gobierno suspenda el tradicional apoyo que la paraestatal recibe. Sí, en efecto, esta perspectiva negativa prevé “una probable modificación de la voluntad de respaldar el pago de servicio de la deuda completo en los siguientes años, en vista de las necesidades de efectivo incrementales de PEMEX y las proyecciones de Moody’s de un mayor deterioro de las condiciones fiscales del gobierno en 2024”. Este deterioro se debe a un aumento considerable del déficit, impulsado por el gasto social, costos de endeudamiento persistentemente altos y gastos elevados en proyectos emblemáticos. Moody’s prevé que el costo de cualquier apoyo brindado por el próximo gobierno, que se espera en 2024-25, tenga que ser mayor que el actual. La baja también incorpora el riesgo de que la compañía podría realizar una transacción como un intercambio de deuda, una recompra o cualquier otra transacción que pudiera reducir la deuda a través de un importante descuento de par o cualquier otro cambio que Moody’s pudiera considerar como canje de deuda forzoso, lo cual se considera incumplimiento de pago bajo la definición de Moody’s.
Así, Moody´s refleja la expectativa negativa sobre flujos en efectivo en los próximos 3 años, que alcanzarán un máximo de 13,700 millones de dólares en 2026, y a una disminución del flujo de efectivo operativo a causa de la expansión de su negocio de refinación que genera pérdidas, las cuales fueron de unos USD31,500 millones entre 2019 y 2022, según se reportó. A pesar de que el crecimiento de la producción de petróleo y gas no ha alcanzado los objetivos de la compañía, Moody’s reconoce el logro de Pemex de revertir la tendencia a la baja en la producción y reservas durante los últimos tres años. Sin embargo, Moody’s señala que el presupuesto de 2024 sugiere una reducción de las inversiones de capital en comparación con 2023, lo cual podría dificultar el incremento en la producción y la reposición de reservas en el futuro.
Así, no es nada raro que PEMEX tendrá una mayor dependencia del financiamiento externo para contrarrestar su flujo de efectivo libre negativo, influenciado por múltiples factores. Estos incluyen: la capacidad limitada de la compañía para mejorar su desempeño, debido a la madurez de sus yacimientos petrolíferos; la falta de capital para invertir en exploración y producción, lo que podría afectar la producción y reposición de reservas; y el mandato de ampliar su negocio de refinación. Moody’s teme que el sector de refinación continúe registrando pérdidas operativas y siga siendo vulnerable a las tendencias de la demanda de petróleo y gas a mediano plazo. La acción de calificación también toma en consideración el riesgo de gobierno corporativo. La compañía opera con políticas financieras agresivas que se reflejan en una débil liquidez y niveles de deuda muy elevados, lo que resulta en una estructura de capital insostenible. INSOSTENIBLE.
Moody’s advierte que el próximo gobierno podría dejar a PEMEX “colgado de la brocha”.
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