Verdadera angustia vive el sector agropecuario mexicano y mundial, ante los efectos adversos de los fenómenos climatológicos conocidos como “El Niño” y “La Niña”. Mientras el primero afectó a México la primera mitad del año con una terrible sequía, el segundo amenaza con inundar el país, haciendo pedazos los trabajos agrícolas de millones de campesinos. Todo esto ha provocado que actualmente el 64% del suelo en el país muestra un nivel de degradación, con el 28% del territorio de cultivo teniendo como principal problema la pérdida de fertilidad. Así, analistas de Banorte nos dicen: “creemos que el panorama para las actividades primarias –en específico del rubro agrícola– sigue siendo muy retador. Las afectaciones de hectáreas de cultivo siniestradas y niveles de producción probablemente continuarán, lo que provocará presiones inflacionarias adicionales. Con ello, la expectativa en términos de producción total nacional para el 2024 es de 293.2 millones de toneladas, lo que representa una caída de 1.9%.
Y es que, pese al inicio de la temporada de lluvias, el 40% del país sufre aún algún tipo de sequía, mientras que la recuperación de los niveles de agua en las presas llevará más tiempo. De acuerdo con estimados de la CONAGUA, el patrón de lluvias inició en junio pasado y se extenderá hasta noviembre. En este sentido, el monitor de sequía de la institución da señales de mejoría, pasando de 73.8% del territorio con al menos un ‘nivel’ de sequía en la 1ª quincena de junio –máximo histórico para esa quincena desde 2011– a 40.1% en la última quincena de julio. Mientras tanto, las presas nacionales se han recuperado hacia 51.1% de almacenamiento en los primeros ocho días de agosto desde 37.2% en su punto más bajo en octubre de 2023. No obstante, se requerirá de flujos mucho mayores para regresar a su nivel de almacenamiento promedio de 62.8% en los últimos 33 años. Concentrándonos en las presas de uso agrícola, el pronóstico para 2024 es que prácticamente se mantendrán sin cambios en su porcentaje de almacenamiento (-0.1%). Esto se observa en un entorno donde los riesgos climatológicos siguen latentes.
Además, ahí están los huracanes que -se estima- será más agresiva por una serie de factores, tales como (1) La entrada del fenómeno de La Niña (situación sobre la cual profundizamos más adelante); y (2) la disipación temprana del polvo del Sahara en el Atlántico, el cual suele frenar la formación de los huracanes. Así, el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) estimó que podrían formarse 23 sistemas en el océano Atlántico y 15 en el Pacífico. A su vez, la Coordinadora General del SMN ha mencionado que los estados con mayor probabilidad de impacto son: Baja California Sur (13.5%); Sinaloa (10.3%); Quintana Roo (10.3%); Veracruz (8.9%); Tamaulipas (8.4%); Yucatán (7.5%); Campeche (6.3%); y Oaxaca (5%). Considerando esto, la Secretaría de Agricultura hizo un cruce de este listado con: (1) Los principales cultivos por entidad y su participación en la producción nacional; (2) las posibles afectaciones por exceso de lluvia en dichos cultivos; y (3) la importancia de cada uno de ellos dentro del INPC. Los resultados nos permiten anticipar que los cultivos de jitomate (con el 29.2% de la producción nacional concentrada en los estados mencionados), naranja (46.6%), cebolla (26.8%), calabacita (21.8%), pepino (39.8%), sandía (19.9%) y plátano (6.2%) podrían sufrir las mayores afectaciones en el corto plazo.
La mitad de México muere de sed y la otra mitad, se ahoga.
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